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Nuestra espiritualidad

"Me he complacido en elegir este Instituto para que fuera una memoria viva de todo lo que mi Hijo ha hecho por ellos"

Poatulant and Novice Dublin

Monjas OSsR- Postulantes y Novicias,
Irlanda.

UN MEMORIAL VIVIENTE

“He deseado ardientemente dar mi Espíritu al mundo y comunicarlo a mis criaturas dotadas de razón, para vivir con ellas y en ellas hasta el fin del mundo. Les di a mi Hijo unigénito con amor infinito y por medio de él les comuniqué mi divino Espíritu, el Consolador, para deificarlas en la vida, la justicia y la verdad, y unirlas a todas para mi delicia, en él, el Verbo, el Hijo de mi Amor. … para que mis criaturas tengan presente la caridad eterna con que las he amado, me he complacido en elegir este Instituto, para que sea memoria viva (“Viva Memoria”) a todos los pueblos del mundo de todo lo que mi Hijo Unigénito se ha complacido en hacer por su salvación en el tiempo de treinta y tres años”.

 

Con estas palabras Madre Celeste inicia su proyecto de vida comunitaria redentorista. Son también la clave de lectura para comprender su vida y su mensaje espiritual. En efecto, todo en ella se confirma y articula como una experiencia cada vez más clara y profunda del misterio de Cristo recibido en estas dimensiones, hasta el punto de no ser ni desear ser otra cosa que su memorial viviente.

               Para Madre Celeste todo se relaciona y toma valor del Señor como presencia viva y vivificante en nosotros. En cuanto al espíritu, nos hace partícipes de su vida, de sus virtudes y de sus obras - en una sola palabra - de su mismo ser. Es como si reuniera a todos en sí mismo como su cuerpo, su retrato vivo, su semejanza y su imagen, que el Padre ama con el mismo amor con que ama y es amado por él. Ser salvados significa simplemente tener a Cristo viviendo en nosotros por medio del Espíritu, en un proceso creciente de asimilación tal que se hace difícil, a un cierto punto, separar al Salvador del creyente, la persona de Cristo de la persona del creyente. Ser salvados significa vivir por Cristo que vive en nosotros, morir y resucitar en Él para vivir para Él.

PARA LOS OTROS

Pero todo esto -y la Madre Celeste lo repite con fuerza- no es para nosotros, sino para los demás, y para el mundo. Al compartir su Vida con nosotros, el Salvador hace que seamos  su “memorial viviente” en el mundo y para el mundo. De hecho, Cristo nos llena tanto de sí mismo hasta transformarnos en su propia presencia transparente e irradiante. Somos los que lo continuamos en la historia, somos sus anunciadores y su presencia realizando la naturaleza salvífica de sus obras y mostrando su "belleza" y su "pureza" que se irradian y generan el amor que es salvación.

Por tanto, ser "memoria viva" del Salvador exige un compromiso generoso, fiel y total de conformarse con Él; y en nuestras opciones, actitudes y obras debemos ser tales que nos presentemos efectivamente como el "memorial" que realiza la obra salvífica de Cristo. La imitación, para Madre Celeste, no es simplemente conformarnos con Cristo como modelo, ejemplo o maestro, sino que es ante todo armonizarnos en el espíritu con Él, para que Él pueda compartir su Vida con nosotros, sus virtudes y sus obras, y para que actuemos como el Salvador porque Él vive en nosotros, y porque Él quiere vivir en nosotros más profundamente; para que vivamos de Él, y vivamos siempre más en Él, para que Él pueda entonces ser más eficazmente el Salvador de la humanidad en nosotros y a través de nosotros. En una sola frase, la imitación se realiza a través del memorial.

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Monjas OSsR- Magliano, Italia

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 OSsR- Postulantes y Novicias, Filipinas.

LA COMUNIDAD

 La comunidad religiosa a la que se refiere Madre Celeste está toda en esta perspectiva.

Es la unión y la caridad fraterna en Cristo Salvador lo que lo hace presente, lo "recuerda" y lo irradia en la Iglesia y en el mundo. No es un lugar cerrado y separado para la contemplación y la perfección de las personas necesitadas de seguridad en el mundo. Es la Iglesia en oración, penetrada totalmente por el misterio del Salvador en su realización histórica, y toda transformada en Él, hasta el punto de ser un signo irradiante, claro y convincente para el mundo entero, especialmente para los pobres. No es otra cosa que la belleza pura y simple (es decir, clara y transparente) del Salvador, para suscitar en los demás el amor salvífico de Cristo.

Por eso no tiene otra norma que los Evangelios, objeto incesante de meditación y oración, para llegar al "sentido" vivo, es decir, a Cristo en su misterio.

Tan intensa visión y práctica espiritual expresan y constituyen una nueva confirmación de nuestra dignidad fundamental. Para Madre Celeste esto se encuentra sólo en Cristo, dado que Él – según la página inicial de los “Diálogos” – es el “sello” con el que el Padre imprime “en todas las almas justas el Ser de justicia. Con este sello de amor son selladas tantas almas elegidas, y con un solo sello son sellados todos los retratos inspirados de tu único Amor”.

Y al final de los "Diálogos" - y de manera similar a lo que también se afirma 

en los "Grados de oración" - la Madre Celeste nos da una última clave decisiva para comprender su espiritualidad: la Eucaristía. Su camino espiritual nos lleva a convertirnos en una sola realidad con Cristo eucarístico para la salvación del mundo. Esto explica todo lo que hemos afirmado anteriormente: ser Eucaristía viva para el mundo, en Cristo y con Cristo por el Espíritu, es para Madre Celeste el secreto de su vida y la base de su proyecto religioso.

 

 

Padre Sabatino Majorano C.Ss.R.

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